miércoles, septiembre 22, 2010

TAN LEJOS PERO TAN CERCA (PARTE #2)

TAN LEJOS PERO TAN CERCA

PARTE NUMERO 2

La Habana abrió la ventana estratégica bilateral el 11 de septiembre de 2001, aunque los sucesos que tuvieron lugar después resultaran inesperados para los dos gobiernos. Los instintos del presidente Fidel Castro no andaban errados: en respuesta a los ataques terroristas ocurridos en Nueva York y Washington, el gobierno de Cuba condenó tales incidentes y trasmitió sus condolencias a los Estados Unidos. También ofreció asistencia médica y abrió el espacio aéreo y los aeropuertos cubanos a aviones estadounidenses o de otros países que necesitaran efectuar aterrizajes de emergencia o desviar su ruta.16 En los meses subsiguientes, Cuba ratificó los doce convenios de Naciones Unidas contra el terrorismo.
En ese mismo otoño, el gobierno cubano se mostró más hábil que el de George W. Bush en las negociaciones sobre las relaciones económicas. En noviembre, el gobierno norteamericano ofreció donaciones a Cuba con motivo de los efectos devastadores del huracán Michelle, e hizo públicas dos declaraciones: una carta respetuosa del Departamento de Estado y una declaración poco diplomática de la Casa Blanca. A sabiendas, Cuba hizo caso omiso de la segunda declaración y solo respondió a la primera empleando un lenguaje igualmente respetuoso —vieja técnica diplomática conocida como el ardid de Trollope—, la misma estratagema utilizada por los Estados Unidos en 1962 durante la Crisis de Octubre en las negociaciones con la Unión Soviética. Planteó que se le autorizara a comprar alimentos y medicinas, con pago en efectivo, al amparo de la Ley de reforma de las sanciones comerciales y la ampliación de las exportaciones, promulgada en 2000, pero aún no puesta en práctica. Esta propuesta sirvió de base al acuerdo. A fines del primer mandato de Bush, en 2004, los Estados Unidos suministraban 44% de las importaciones agrícolas de Cuba.17
El 11 de enero de 2002, Cuba informó que el gobierno de los Estados Unidos le había dado «información amplia y minuciosa de las medidas que se tomarían» para albergar a los prisioneros afganos y del Talibán en GTMO, y «garantizar que la seguridad de nuestro pueblo no corra ningún tipo de peligro». Se comprometió a no impedir esos despliegues y a abstenerse de aumentar sus efectivos alrededor de la base, aunque se habían enviado al lugar más fuerzas estadounidenses. Cuba también prometió «mantenerse en contacto con el personal de la base naval norteamericana a fin de adoptar [...] medidas [...] para evitar posibles accidentes». La declaración cubana hacía hincapié en que haría «todos los esfuerzos posibles para preservar la atmósfera de distensión y respeto mutuo que ha prevalecido en los últimos años», incluida una mayor cooperación médica y sanitaria.18
El 19 de ese mismo mes, el ministro de las Fuerzas Armadas, general de ejército Raúl Castro, tomó nota de esa atmósfera de respeto mutuo y cooperación, evidente durante años entre oficiales en el entorno de la cerca alrededor de GTMO, y declaró: «Esta cooperación mínima evidencia lo que podría hacerse en otras esferas», para luego añadir: «Estamos listos a cooperar tanto como sea posible».19
Cuba ha sido una valiosa participante en los intercambios científicos y académicos, una colaboradora de confianza en la aplicación del Acuerdo de migración y una colega profesional en asuntos de seguridad. Durante los años 90, cooperó en situaciones de intercepción del tráfico de drogas y propuso un marco mayor de cooperación bilateral. En aquella ocasión, el gobierno de los Estados Unidos vaciló. Las palabras del general Castro situaban estas nuevas iniciativas en un contexto estratégico más amplio. Asimismo, en 2002, el gobierno de la Isla hizo una proposición más abarcadora, con miras a firmar acuerdos con los Estados Unidos en materia de migración, terrorismo y tráfico de drogas.
Los funcionarios norteamericanos no tomaron nota pública de los ofrecimientos de Cuba el 11 de septiembre, ni más adelante, respecto del terrorismo. Parecían avergonzados de que los cubanos hubieran sido más hábiles al penetrar el embargo comercial estadounidense, y reconocieron, aunque fue desestimada, la cooperación de Cuba en las fronteras de GTMO o el Estrecho de la Florida. De todos modos, hubo algún movimiento en los Estados Unidos.
En mayo de 2002, el ex presidente James Carter viajó a Cuba. El subsecretario de Estado John Bolton trató de torpedear la visita acusando a Cuba de realizar limitados esfuerzos de investigación y desarrollo en materia de guerra biológica. El secretario de Estado Colin Powell descalificó tal declaración al afirmar que Washington solo tenía pruebas de que Cuba era capaz de realizar investigaciones biotecnológicas de avanzada, y no de que hubiera emprendido un programa de armas biológicas.20
El 20 de mayo de 2002, el presidente Bush pronunció los dos discursos más conciliatorios de su mandato respecto de Cuba. Para entonces ya había pasado por alto, en dos ocasiones, la ejecución del Título III de la Helms-Burton, y solo había aplicado ligeramente el IV. En el otoño de 2001 su gobierno había informado al cubano los planes de enviar a GTMO prisioneros afganos del Talibán. Ambos países habían conveniado los trámites para la exportación a Cuba de productos agrícolas norteamericanos. A menudo, la retórica oficial de los Estados Unidos se mantuvo insultante, aunque las normas de conducta auguraban un marco hipotético similar al viaje de Richard Nixon a China: un presidente norteamericano genuinamente anticastrista tenía más libertad para llegar a un arreglo con el gobierno cubano.
Bush emitió estos dos discursos en Miami y en la Casa Blanca, respectivamente. Con la presencia de numerosos líderes cubanoamericanos, subrayó que el futuro de Cuba estaría en manos de los cubanos, y esa era la razón por la cual proponía brindar asistencia directa a los disidentes y a la sociedad civil en Cuba. Estipuló las medidas que el gobierno de La Habana debía emprender, tales como liberar a los prisioneros políticos, respetar los derechos humanos y las protestas legales, permitir la existencia de partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil independientes, abrir el paso a la celebración de elecciones con la presencia de observadores internacionales, y emprender reformas económicas adicionales orientadas al mercado. Aseguró que si el gobierno cubano adoptaba esas normas, él cooperaría con el Congreso para «aliviar la prohibición del comercio y los viajes entre ambos países».21 En un párrafo que solo se incluyó en el discurso de la Casa Blanca, afirmó: «Fidel Castro tiene la oportunidad de librarse de este aislamiento paralizante. Si acepta nuestro ofrecimiento, puede ayudar a su pueblo y dar esperanzas a nuestras relaciones».22
El gobierno cubano desestimó el discurso. El presidente Bush había empleado un tono áspero. Los fondos propuestos para la oposición interna indicaban que estaba tratando de cambiar el régimen existente en Cuba —posición no negociable para los cubanos. No obstante, estos pasaron por alto tres elementos presentes en el discurso:

• Declaró a los líderes cubanoamericanos que ellos no serían los protagonistas del futuro de Cuba.
• Manifestó la voluntad de trabajar con un gobierno aun encabezado por el presidente Fidel Castro.
• Prometió, bajo determinadas condiciones, acelerar el levantamiento de las sanciones antes de lo previsto en el cronograma detallado en la Helms-Burton.

Cuba pudo haber hecho caso omiso de los elementos ofensivos, al igual que hiciera en el otoño de 2001 sobre las negociaciones agrícolas. Pudo haber aceptado el desafío lanzado por Bush, aprovechando las iniciativas empleadas a principios de año, y pasado por alto la retórica estridente. En cambio, se desperdició la oportunidad.
Los cubanoamericanos comprendieron por qué el discurso de Bush era importante. Rápidamente se alzaron lamentos estentóreos que pusieron fin a esa nueva política. No deseaban subordinarse a los procesos que tuvieran lugar en Cuba. Sabían que la ley Helms-Burton excluye a Fidel y a Raúl Castro de un gobierno de transición, con arreglo a la Sección 205 a) 7), y limita la ayuda a Cuba a una asistencia muy modesta en materia de alimentos, medicina, energía y desmovilización militar, según la Sección 202 b) 2) A). En lugar de ello, el presidente Bush propuso tratar con un gobierno dirigido por Castro, como si este reuniera los requisitos previstos en la Helms-Burton, con la intención de acelerar el levantamiento de las sanciones norteamericanas a Cuba.
Entre mediados de 2002 y marzo de 2003, la ventana estratégica bilateral se cerró con candado. La administración Bush dejó bien claro, en junio de 2002, que no estaba interesada en el temario amplio para las negociaciones bilaterales sugerido por Cuba.23 Cuando los Estados Unidos entraron en guerra con Iraq, en marzo de 2003, La Habana tomó medidas enérgicas con la oposición interna y encarceló a decenas de sus líderes. La Unión Europea impuso un conjunto de sanciones modestas al gobierno cubano a las que este último respondió iracundo.24
En octubre de 2003, el presidente Bush creó la Comisión para la asistencia a una Cuba libre. En mayo de 2004, esta recomendó normas para impedir las relaciones directas entre ambas sociedades y el gobierno las puso en práctica. Se hizo muy difícil para los ciudadanos norteamericanos viajar a Cuba. Los intercambios culturales y académicos eran casi imposibles. A la mayoría de los especialistas cubanos se les negaba la visa de inmediato. Los programas universitarios de estudio en el extranjero se interrumpieron casi por completo.25 Los cubanoamericanos solo podrían visitar a sus familiares cada tres años. El gobierno de los Estados Unidos eliminó el adjetivo «pacífica» al referirse a la política estadounidense encaminada a una «transición democrática» en Cuba. El informe abordaba el futuro de la Isla en términos duros, mezquinos y poco informados.26 En julio de 2006, la Comisión, integrada por otros especialistas, presentó un segundo informe. En él se recomendaban algunas sanciones adicionales, pero se incluían varias afirmaciones sensatas. Por ejemplo, «reafirma[ba] al pueblo cubano que el gobierno norteamericano no apoyará ningún tipo de esfuerzos arbitrarios por desahuciarlos de sus hogares».27
Desde mediados de 2002, ni Cuba ni los Estados Unidos adoptaron iniciativas positivas respecto del otro. De todos modos, se mantuvo la cooperación bilateral indicada al inicio de este ensayo, aguardando el momento de convertirse en piedra angular de un nuevo tipo de relación.

Raúl Castro y George W. Bush: reevaluación de las relaciones

En el período transcurrido desde que el 31 de julio de 2006 el presidente Fidel Castro transfiriera el poder al primer vicepresidente Raúl Castro y a un grupo de altos funcionarios, el mundo evocó hipotéticos modelos de conflicto en las futuras relaciones de los Estados Unidos y Cuba. La Isla movilizó a las fuerzas armadas y puso en estado de alerta a la reserva. En Miami, algunos políticos cubanoamericanos llamaron a los cubanos a alzarse en armas. El gobierno estadounidense desplegó lanchas rápidas del servicio de Guardacostas para impedir la emigración en masa a los Estados Unidos. En realidad no pasó nada, pero esos hechos nos advierten que muchas cosas pueden salir mal.
La secretaria de Estado, Condolezza Rice, tomó cartas en el asunto el 6 de agosto al declarar:

Quiero dejar algo bien claro. La idea de que por alguna razón los Estados Unidos van a invadir Cuba porque hay problemas allí es algo traído por los pelos y sencillamente no es cierto [...] No vamos a hacer nada que agudice un sentido de crisis o un sentido de inestabilidad en Cuba.28

En su primera declaración pública al asumir la máxima dirección del país, publicada el 17 de agosto de 2006, Raúl Castro aseguró a los cubanos que todo marchaba igual y propuso al gobierno de los Estados Unidos negociar para mejorar las relaciones. Repitió las mismas ideas el 2 de diciembre, Día de las Fuerzas Armadas en Cuba, quincuagésimo aniversario del desembarco del yate Granma. Para que no se le malinterpretara, el presidente en funciones apuntó que Cuba se opondría a los esfuerzos de los Estados Unidos por imponerle sus preferencias.29
El secretario de Estado adjunto para asuntos del hemisferio occidental, Thomas Shannon, respondió esa misma semana a la primera declaración del general Castro y, dos semanas después, a la segunda. Para ello desempolvó las palabras del presidente Bush, del 20 de mayo de 2002, como fundamento de la política norteamericana hacia Cuba, haciendo caso omiso de los dos informes de la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre:

Somos de la opinión de que el futuro de Cuba ha de estar determinado por los cubanos, que en última instancia no es posible imponer una solución política desde el exterior, ni desde los Estados Unidos ni desde ningún otro país.

Reiteró las aspiraciones manifestadas por Bush de que se produjera un cambio interno en Cuba; apuntó que esta no aceptó, pero que «la oferta sigue sobre el tapete». Y añadió: «Lo que estamos viendo [en Cuba] es el traspaso de poderes a instituciones y no a personas», lo que se ajusta a la manera en que los dirigentes cubanos explicaron oficialmente los procesos que estaban teniendo lugar en el país.30 El 13 de diciembre, volvió a exponer que la política de los Estados Unidos apoyaba la transición pacífica a la democracia en Cuba. Usando un lenguaje inusual en funcionarios estadounidenses, observó que el presidente Fidel Castro gozaba de «una legitimidad revolucionaria que databa de finales de los años 50. Tenía carisma, talento político».31

Raúl Castro y Barack Obama

Durante la campaña electoral para la presidencia de los Estados Unidos, Barack Obama habló poco de Cuba. Su país estaba en guerra y la economía se hallaba en medio de una caída en picada. Cuba era menos importante. Sin embargo, prometió tres cosas en relación con la política hacia la Isla. En primer lugar, facilitaría las relaciones entre cubanoamericanos y cubanos, aboliendo las directrices establecidas por el gobierno de Bush que dificultaban sobremanera los viajes a la Isla y el envío de remesas. En segundo, como norma de conducta de alcance mundial, conversaría con cualquier gobierno para solucionar las dificultades, y no excluyó a Cuba de ese propósito. En tercer lugar, no cambiaría mucho la política de los Estados Unidos hacia la Isla. Al finalizar el primer año en la presidencia ya había cumplido la primera promesa, había dado algunos pasos respecto de la segunda y andado alrededor de la tercera.
El 13 de abril de 2009, se eliminaron las restricciones referidas a la regularidad y duración de las visitas de los cubanoamericanos a sus parientes en Cuba, así como la periodicidad y el monto de las remesas enviadas a ellos. Asimismo, fueron liberalizadas las normas sobre los enlaces de telecomunicaciones y el reglamento para el envío de paquetes de regalo.32 Cuatro días después, durante la inauguración de la Cumbre de las Américas, el presidente Obama adoptó un nuevo criterio:

Para avanzar no podemos seguir aprisionados en viejas discrepancias. Estoy muy agradecido de que el presidente [Daniel] Ortega [de Nicaragua] no me haya culpado de cosas que ocurrieron cuando yo tenía tres meses de edad [...] No he venido a debatir el pasado. He venido a ocuparme del futuro.

Respecto de Cuba, añadió:

Estoy dispuesto a que mi gobierno converse con el gobierno cubano sobre una serie de cosas —desde las drogas, la migración y los problemas económicos, hasta los derechos humanos, la libertad de expresión y la reforma democrática.33

El 22 de mayo, los Estados Unidos propusieron reanudar las conversaciones bilaterales en materia de migración, suspendidas por Bush en 2003 y, el 30 de mayo, Cuba aceptó. Ambos gobiernos también convinieron en debatir la reanudación de los servicios directos de correo. La Habana además propuso celebrar conversaciones bilaterales en materia de tráfico de drogas y lucha contra el terrorismo, así como la preparación en caso de desastres y huracanes. Washington no respondió. Las primeras conversaciones en materia de migración tuvieron lugar el 14 de julio de 2009 y las relativas a servicios postales, el 17 de septiembre del propio año.34
En varias ocasiones el presidente Raúl Castro reiteró su disposición a negociar con los Estados Unidos. En vísperas de la Cumbre de las Américas, de la que Cuba fue excluida, abrió nuevos horizontes al afirmar su voluntad de debatir «cualquier tema», incluida la liberación de personas encarceladas en Cuba por realizar acciones contra el gobierno, siempre que, al mismo tiempo, fueran liberados los cinco cubanos encarcelados por el gobierno norteamericano por cargos de espionaje.35 La secretaria de Estado, Hillary Clinton, saludó el ofrecimiento del presidente Castro.36 Algunos días después, el ex presidente Fidel Castro, en calidad de columnista («Reflexiones»), respaldó la iniciativa de Raúl y calificó la disposición de debatir cualquier tema como un ejemplo de «valentía y confianza en los principios de la Revolución». Comparó el ofrecimiento de amnistiar a quienes llamó «agentes de los Estados Unidos» (disidentes), encarcelados en marzo de 2003, a la decisión que él tomara de devolver los invasores capturados luego del fracaso de Bahía de Cochinos, en 1961.37
No obstante, a finales de 2009, ambos gobiernos habían redescubierto la capacidad de frustrar las oportunidades de solucionar los conflictos. En su discurso del 20 de diciembre ante la Asamblea Nacional, el presidente Raúl Castro recalcó que los Estados Unidos mantenían vigentes todos los «instrumentos de su política de agresión contra Cuba [...] no ceja en sus esfuerzos por destruir a la Revolución y provocar un cambio en nuestro régimen social y económico». Afirmó que semanas atrás estos habían apoyado «la subversión» en Cuba. Asimismo, comunicó la detención de un contratista estadounidense acusado de colaborar con los disidentes. También denunció una «campaña coordinada contra Cuba» para dar la impresión de que había aumentado la represión. Reiteró el compromiso de resolver el diferendo con los Estados Unidos, siempre listo a debatir «cualquier tema», pero no si ello entrañaba cambiar el régimen interno de Cuba. Insistió en que estaba respondiendo directamente a los comentarios hechos con anterioridad por la secretaria Clinton.38
En consonancia con la tercera promesa de Barack Obama durante la campaña presidencial, las cosas no habían cambiado mucho en la política norteamericana hacia Cuba. El gobierno seguía empeñado en cambiar el régimen interno de Cuba. El 14 de diciembre de 2009, en un abarcador discurso acerca de la política estadounidense en materia de derechos humanos, la secretaria Clinton afirmó que el gobierno de Cuba «podía, pero no quería, realizar los cambios que los ciudadanos merecen». Se comprometió a «presionar enérgicamente a líderes», como los de Cuba, «para poner fin a la represión, mientras apoyaba a aquellos que dentro de las sociedades están trabajando en aras del cambio».39 En el mes de noviembre, el presidente Obama había enviado una declaración para que se publicara en el blog disidente de Yoani Sánchez.40
Los elementos fundamentales de la política de sanciones económicas contra Cuba tampoco habían cambiado. La ley Helms-Burton seguía siendo la regla, aunque el presidente, al igual que Bush y Clinton, había diferido la aplicación de las sanciones previstas en el Título III.41 Cuba continuó en la lista de países que apoyan actos terroristas, y las nuevas medidas estadounidenses contra el terrorismo anunciadas a principios de 2010 no establecieron diferencias entre la Isla y otros países mucho más sospechosos.
No obstante, al iniciarse la segunda década del nuevo siglo se podía hacer otra lectura de las relaciones. La lista que aparece al inicio de este ensayo seguía teniendo validez y ambos países estaban tomando medidas para fortalecer la cooperación. En forma discreta y sistemática el gobierno de Obama había cambiado los criterios para otorgar visas a académicos, artistas y actores cubanos.42 Y, en una decisión rebosante de simbolismo, en abril de 2009, fiscales federales aumentaron las causas contra Luis Posada Carriles, detenido en los Estados Unidos. El gobierno cubano tomó nota de la decisión.43
Por otra parte, las relaciones entre ambos países adquirieron mayor peso que al final del gobierno de Clinton. En 2001, las exportaciones agrícolas de los Estados Unidos a Cuba se autorizaron por primera vez. En 2008, llegaron a un valor de más de ochocientos millones de dólares, y este país se convirtió en el cuarto socio de importancia en este rubro. Si bien las condiciones financieras más críticas de Cuba en 2009 dieron lugar a una disminución en las importaciones provenientes de numerosos países, de todas formas compró a los Estados Unidos ochenta y cinco millones de dólares más que en 2007 o en años anteriores.44 Ya para 2006, los Estados Unidos suministraban a Cuba 96% del arroz y 70% de la carne de ave.45
La cantidad de personas indocumentadas se mantuvo bastante estable en los años transcurridos desde que, en 1995, se firmara el Acuerdo bilateral en materia de migración, si bien hubo un ligero incremento desde finales de los 90 hasta los 2000.46
En relación con los estupefacientes, ningún gobierno de los países cercanos al sur de los Estados Unidos recibe tantos elogios del Departamento de Estado:

Cuba no es un consumidor ni un productor importante de drogas ilícitas [...] El gobierno de los Estados Unidos no tiene pruebas directas de que en la actualidad haya corrupción relacionada con los estupefacientes entre altos funcionarios del gobierno de Cuba.

La administración Obama tomó nota de algunas operaciones de prohibición de las drogas que fueron coordinadas por las fuerzas de la seguridad cubana y el servicio de Guardacostas de los Estados Unidos.47 De hecho, La Habana también divulgó la cooperación bilateral en materia de prohibición de las drogas.48
Barack Obama y Raúl Castro pudieron solucionar muchas de las diferencias menores, pero no había posibilidades de que se produjera una confluencia de pareceres en lo relativo a las características del régimen interno en Cuba. Seguían en libertad de utilizar un marco de cooperación, como hicieron durante la primera mitad de 2009, o un régimen de conflicto, como ocurrió en la segunda mitad del año.

Posibles situaciones en las relaciones de Cuba y los Estados Unidos

Escenario 0: Las posibilidades de que el Escenario 0 se hiciera realidad fueron evidentes en las horas que siguieron al traspaso de la autoridad ocurrido en Cuba, el 31 de julio de 2006 —movilizaciones militares en los Estados Unidos y Cuba, así como el llamamiento a empuñar las armas hecho por fanáticos en la comunidad cubanoamericana en Miami. Imaginemos una chispa accidental, y estalla la guerra.
Escenario 1. Clinton plus: Las relaciones regresan al nivel alcanzado al final de Clinton. Parte de ese escenario ya se ha hecho realidad. Existe cierto grado de cooperación, tal como se indicó al inicio del ensayo. Ambos gobiernos han reanudado las conversaciones en materia de migración e iniciaron las referidas a los servicios de correo directo. El gobierno norteamericano ha empezado a conceder visas a artistas y académicos cubanos. Los posibles cambios en este escenario incluyen el mejoramiento del intercambio de opiniones respecto de los límites de GTMO, así como la cooperación entre el servicio de Guardacostas estadounidenses y el cuerpo de Guardafronteras. En algún momento, el gobierno de Obama volvería a autorizar las «relaciones persona a persona» que permitían a los ciudadanos norteamericanos viajar a Cuba con fines culturales (museos, monumentos, conciertos de música y exposiciones de arte, pero no turismo de playa), así como intercambios culturales, deportivos y académicos de diferente duración.
El elemento «plus» de este escenario entraña que continuarían las ventas de productos agrícolas y que las medidas para liberalizar las remesas y los viajes de los cubanoamericanos por parte del gobierno de Obama —que han ido más allá de las normas aprobadas durante la presidencia de Clinton— se mantendrían vigentes.
Los sistemas político y económico internos de Cuba cambian poco. No habría una reconsideración estratégica de las relaciones bilaterales. El gobierno de los Estados Unidos mantendría las sanciones a Cuba y esta opondría resistencia.
Escenario 2. Cooperación táctica bilateral: Ambos gobiernos dejan de impedirles a los diplomáticos del otro país realizar las actividades normales en las respectivas capitales y comienzan a emplear una retórica libre de virulencia para manifestar su desacuerdo. Realzan e institucionalizan la cooperación para impedir el tráfico de drogas. Elaboran un método para colaborar en la lucha contra el terrorismo internacional. La Habana, con anterioridad, ha propuesto ese tipo de colaboración, pero Washington considera que las iniciativas cubanas «no se han presentado conjuntamente con las medidas directas o procesables que el gobierno de los Estados Unidos esperaría de la futura cooperación con Cuba»49 —dificultad que puede solucionarse a través de negociaciones diplomáticas activas. Los Estados Unidos eliminan a Cuba de la lista de países que patrocinan actividades terroristas. (En enero de 2010, como parte del recrudecimiento de las medidas antiterroristas, el gobierno de Obama confirmó la inclusión de Cuba en esta lista).50 Ambos gobiernos amplían los intercambios académicos y culturales y otorgan becas para apoyar a los ciudadanos del otro país a estudiar en sus instituciones respectivas. Realizan intercambios en materia de ciencia y medio ambiente permitiendo, en primer lugar, a las ONG tomar la iniciativa y, luego, abordando la cooperación a nivel intergubernamental. Comienzan a trabajar en temas de interés común, como especies migratorias, seguimiento de huracanes, derrames en el Estrecho de la Florida e investigaciones en materia de biodiversidad. Y ahí terminan las cosas.
El escenario 2 se diferencia del 1 porque en el segundo cada gobierno toma iniciativas discretas que la otra parte reciproca.
Escenario 3. Obama toma la iniciativa: La administración Obama asume que, con arreglo a la ley Helms-Burton, el presidente puede autorizar excepciones a casi todos los aspectos de la política de sanciones norteamericanas a Cuba, excepto que los ciudadanos estadounidenses viajen libremente a la Isla.51 El gobierno de los Estados Unidos aceptaría la propuesta hecha por el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez,52 y eliminaría unilateral e incondicionalmente todas las restricciones que impiden la libre circulación de información entre los dos países, facilitando incluso el acceso de Cuba a Internet y a la tecnología de la información. Permitiría el comercio y las donaciones de este tipo de artículos, así como la comercialización de productos médicos. Con ello se haría posible la exportación de algunos artículos cubanos a los Estados Unidos.
La motivación del gobierno norteamericano sería propiciar las condiciones necesarias para el cambio dentro de Cuba. El gobierno cubano reaccionaría con confianza en sí mismo —sin ofenderse o experimentar temor— en espera de beneficiarse del crecimiento económico. El tiempo diría quién tiene la razón.
Escenario 4. Raúl Castro toma la iniciativa: Cuba imita la exitosa estrategia económica seguida en China y Viet Nam, y da paso a la reorientación al mercado. China la apoyaría. Canadá y la Unión Europea la alentarían. Una estrategia de esa índole haría más fácil al gobierno de Obama cambiar sus políticas hacia Cuba, y hacerlo más rápidamente.
Escenario 5. Cambio de régimen: Supongamos que los ciudadanos de Cuba deciden que la competencia multipartidista y la celebración de elecciones competitivas de diferentes partidos, la libre expresión de ideas diferentes y a menudo contrarias, la presencia de organizaciones independientes de la sociedad civil en pos de sus propios objetivos, la liberalización de las reglamentaciones en gran parte de la vida económica y social, la existencia de medios de difusión independientes del Estado, el surgimiento de la economía de mercado y la disminución del derecho del Estado a conformar gran parte de la vida cotidiana, constituyen un marco político adecuado para la Isla. Esto ampliaría las posibilidades de establecer relaciones cualitativamente diferentes con los Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, la mayoría de los países de América Latina y Japón.

Advertencias, especulaciones y conclusiones

No solo a los fanáticos derechistas radicados en los Estados Unidos les interesa la transición a otro régimen político en Cuba. Allí y en gran parte de América Latina existe amplio consenso acerca de la importancia de la política democrática liberal, institucionalizada en la Carta para la democracia interamericana. La Unión Europea también es consciente de constituir una unión de países democráticos. El debate en la sociedad estadounidense, así como entre su gobierno y los de otros países, ha sido sobre la manera de promover en Cuba una política pública, multipartidista, abierta y competitiva, que respete y apoye a una sociedad civil vital e independiente, y no acerca de esos objetivos. Por consiguiente, la calidad de las futuras relaciones de Cuba con los gobiernos de países democráticos —y con cualquier gobierno estadounidense— dependerá de las características del régimen político interno.
No solo a los líderes cubanos de la generación histórica les importa el legado socialista y los logros alcanzados por Cuba. A muchísimos cubanos también les preocupa. De hecho, los elementos claves en cualquier versión futura de Cuba son lo que muchos en Cuba llaman «logros de la Revolución». Las inversiones hechas en materia de salud y educación preparan a los cubanos para competir en el mundo. Las privaciones económicas sufridas por el país desde 1990 también disminuyeron los costos de producción según las normas imperantes en el resto del mundo. La combinación de capital humano barato y de alta calidad con eficaces incentivos de mercado, similares a los establecidos en China y Viet Nam, debe hacer de Cuba un competidor lleno de vitalidad en los mercados mundiales de servicios y productos de calidad, e impulsarán rápidamente la economía hacia la prosperidad.
Hoy Cuba necesita que los Estados Unidos eliminen el régimen de sanciones. Mañana necesitará más. Está pronta a dar muchas respuestas posibles a la eliminación de las sanciones estadounidenses. En relación con el comercio, no tiene barreras proteccionistas arancelarias y no arancelarias que le impidan participar en los mercados internacionales. En cuanto a la protección de la propiedad intelectual de patentes y marcas comerciales cubanas, obtendría pingües ganancias, sobre todo en los mercados de los Estados Unidos por concepto de rones, música y productos de la biotecnología.
Las relaciones de los Estados Unidos con la Isla en materia de migración deben ser más sencillas que con México, República Dominicana, o los países de la América Central, ya que, desde 1978, Cuba ha estado por debajo del nivel de reemplazo demográfico. Es muy probable que la estructura de envejecimiento de la población cubana determine la existencia de una discreta corriente migratoria a largo plazo.
La ventaja fundamental de Cuba es la creatividad de la población. El «capital humano» genera cultura como un valor para el disfrute e ilustración de los ciudadanos, la reafirmación de su identidad y la exportación de una serie de servicios. La dinámica presencia de Cuba en la economía mundial puede compararse a la de Taiwán —otro país pequeño y antiguo productor de azúcar—, que estuvo gobernado durante mucho tiempo por un solo partido guiado por principios leninistas, vivió decenas de años a la orilla de un gigantesco vecino septentrional que le era hostil, y se asoció a la diáspora taiwanesa hasta llegar a convertirse en una de las fuentes motrices de la economía mundial.
En el futuro, el cuerpo diplomático de Cuba puede servir honrosamente al país, tal como ha hecho durante mucho tiempo. Las Fuerzas Armadas pueden prestar servicios en las misiones de Naciones Unidas para el establecimiento y mantenimiento de la paz, aprovechando los amplios conocimientos especializados que adquirieran en África y otras partes del mundo. Los bienes públicos de Cuba —el capital humano integrado a mejores instituciones estatales— pueden salvaguardar y realzar la soberanía de Cuba en el futuro, igual que en el pasado
Actualmente, los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos pueden comenzar a pensar de nuevo y en gran escala o, como han hecho en repetidas ocasiones, desperdiciar otra nueva oportunidad para reconfigurar sus relaciones. Lo bueno de todo esto es que los dos países han evitado la guerra. Lo malo es que ambos han perdido la paz. Los cubanos han padecido lastimosamente por costos directos y de oportunidad. Pero no deben temer el futuro. En muchos sentidos, ya están listos gracias a los esfuerzos realizados por numerosas personas durante mucho tiempo. El futuro puede ser mejor si los ciudadanos y los funcionarios públicos de ambos países se arriesgan y sientan las bases para compartir el éxito.

Traducción: Esther C. Muñiz.

Notas

1. Jorge I. Domínguez, «The Obstacles and Prospects for Improved U.S.-Cuban Relations: A. U.S. Perspective», en Jorge I. Domínguez y Rafael Hernández, eds., U.S.-Cuban Relations in the 1990s, cap. 1, Westview Press, Boulder, 1989.
2. Al igual que Jana K. Lipman (Guantánamo: A Working-Class History between Empire and Revolution, University of California Press, Berkeley, 2009), llamaré Guantánamo a la ciudad cubana y GTMO a la base estadounidense cercana a esa ciudad, tal como hacen muchas personas que trabajan allí.
3. Para una explicación general de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, véase Daniel P. Erikson, The Cuba Wars: Fidel Castro, the United States, and the Next Revolution, Bloomsbury Press, Nueva York, 2008.
4. Gregory F. Treverton, «Cuba in U.S. Security Perspective», en Jorge I. Domínguez y Rafael Hernández, eds., ob. cit. Para las políticas de Cuba, véase Carlos Alzugaray Treto, «Cuban Foreign Policy during the “Special Period”: Interests, Aims, Outcomes», y Soraya Castro Marino, «Cuban-U.S. Relations: A View from Havana, 1989-2002», ambos en H. Michael Erisman y John M. Kirk, eds., Redefining Cuban Foreign Policy, University Press of Florida, Gainesville, 2006.
5. Gregory Treverton, ob. cit.
6. Ibídem, ob. cit., p. 75.
7. Juan Valdés Paz, «Cuba´s Foreign Policy toward Latin America and the Caribbean in the 1980s», en Jorge I. Domínguez y Rafael Hernández, eds., ob. cit., p. 198.
8. El gobierno de Bush también puso en práctica enojosas disposiciones tales como limitar a cien dólares diarios los gastos que podían hacer en Cuba los viajeros norteamericanos autorizados a ir a la Isla, restringir los horarios de partida y llegada de los vuelos fletados entre Miami y La Habana, reducir de quinientos a trescientos dólares la cantidad de dinero que los cubanoamericanos podían enviar a sus parientes en Cuba cada tres meses, etc.
9. La CDA dio fuerza de ley a sanciones comerciales más severas para impedir que las filiales de empresas norteamericanas en terceros países comerciaran con Cuba, lo que la imposibilitó de importar productos agrícolas de aquellas, que equivalían a 18% de todo el comercio cubano en 1991 (Donna Rich Kaplowitz, Anatomy of a Failed Embargo: U.S. Sanctions against Cuba, Lynne Rienner, Boulder, 1998, p. 152). La Ley permitió al gobierno afirmar que la política de los Estados Unidos estaba encaminada a rendir por hambre a los cubanos.
10. Por ejemplo, a mediados de los 90, las remesas de los cubanoamericanos se habían convertido en el motor impulsor de la recuperación económica de la Isla y, junto a las exportaciones de azúcar y el turismo, constituía una de las tres principales fuentes de divisas del país.
11. Conozco personalmente muchos de estos intercambios. A los funcionarios de los Estados Unidos les desagradaba la participación cubana en los Congresos internacionales de LASA. El intercambio de Diálogo Interamericano con la Academia de Ciencias de Cuba fue un proyecto mío. Algunos funcionarios norteamericanos me apoyaron, mientras que, a la larga, otros imposibilitaron la participación continuada de algunos científicos de los Estados Unidos tras la promulgación de la ley Helms-Burton en 1996.
12. Véase Hal Klepak, Cuba’s Military 1990-2005, Palgrave, Nueva York, 2005, capítulo 5.
13. Estos párrafos se basan en Richard A. Nuccio, «Cuba: A U.S. Perspective», ponencia preparada para la Conferencia de la Brookings Institution «Transatlantic Tensions: The Challenge of Difficult Countries», celebrada el 9 y 10 de marzo de 1998, Washington, DC.
14. Departamento de Defensa de los Estados Unidos, DefenseLink News, 16 de mayo de 1996, 11 de diciembre de 1997, 15 de enero de 1998, 20 de enero de 1998 y 29 de julio de 1999, disponibles en www.defenselink.mil/news.
15. Entrevistas, Miami, 4 de febrero de 1998. Véase también Peter Kornbluh, «Cuba, Counternarcotics, and Collaboration: A Security Issue in U.S.-Cuban Relations», Cuba Briefing Paper Series, n. 24, Universidad de Georgetown, Washington, DC, 2000, p. 810.
16. Para el uso hecho por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba de esta medida anterior para explicar la política cubana hacia los Estados Unidos, véase «Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores», Granma, La Habana, 7 de enero de 2010.
17. Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, www.fas.usda.gov/itp/cuba/cuba-faq.html.
18. «Declaración del gobierno de Cuba a la opinión pública nacional e internacional», 11 de enero de 2002. Cortesía de la Sección de Intereses de Cuba, Washington, DC.
19. Raúl Castro Ruz, «Comparecencia televisiva», Noticiero Dominical, La Habana, 20 de enero de 2002.
20. Colin Powell, 2002, disponible en www.state.gov/secretary/rm/2002/10113.htm.
21. La versión del discurso pronunciado en Miami es más corta: «aliviar las sanciones económicas».
22. Para el discurso del Salón oriental, véase www.whitehouse.gov/news/releases/2002/05/print/20020520-1.html; para el de Miami, véase www.whitehouse.gov/news/releases/2002/05/print/20020520-6.html.
23. Véase www.cubaminrex.cu/politicaregional/amenorte3.htm.
24. Para las políticas de la Unión Europea, véase Joaquín Roy, «Cuba and the European Union: Chronicle of a Dead Agreement Foretold», en H. Michael Erisman y John M. Kirk, ob. cit.
25. El programa de Harvard College para que sus estudiantes de pregrado estudien en la Universidad de La Habana ha funcionado con arreglo a la legislación de ambos países y nunca ha sido interrumpido.
26. Véase Comisión para la asistencia a una Cuba libre, «Report to the President», Departamento de Estado de los Estados Unidos, mayo de 2004, pp. 32 y 33, 171 y 172, 193, 223, 227 y 419.
27. Ibídem, julio de 2006, pp. 39-42, 48, 69, 70, 73, 84 y 86.
28. Condoleeza Rice, 6 de agosto de 2006, disponible en www.state.gov/secretary/rm/2006/70014.htm.
29. Raúl Castro, «Ningún enemigo podrá derrotarnos», Granma, La Habana, 18 de agosto de 2006; y «Discurso en el Acto central por el 50 aniversario del desembarco del Granma», Granma, La Habana, 2 de diciembre de 2006.
30. Thomas Shannon, 2006, disponible en www.state.gov/p/wha/rls/rm/2006/71070.htm.
31. Thomas Shannon, 2006, disponible en www.state.gov/p/wha/rls/rm/2006/q4/77864.htm.
32. Véase www.whitehouse.gov/the_press_office/Fact-Sheet-Reaching-out-to-the-Cuban-people.
33. Barack Obama, 17 de abril de 2009, disponible en www.whitehouse.gov/the_press_office/Remarks-by-the-President-at-the-Summit-of-the-Americas.
34. Granma, La Habana, 15 de julio y 18 de septiembre de 2009; Departamento de Estado de los Estados Unidos, «Cuba-U.S. Postal Talks», 18 de septiembre de 2009, disponible en www.state.gov/r/pa/prs/ps/sept/129358.htm; «Cuba Migration Talks», 14 de julio de 2009, disponible en www.state.gov/r/pa/prs/ps/2009/july/126041.htm.
35. Granma, La Habana, 17 de abril de 2009.
36. Véase www.america.gov/st/texttrans-English/2009/April.
37. Granma, La Habana, 22 de abril de 2009.
38. Granma, La Habana, 21 de diciembre de 2009.
39. Hillary R. Clinton, «Remarks on the Human Rights Agenda for the 21st. Century», disponible en www.state.gov/secretary/rm/2009a/12/133544.htm
40. Véase www.desdecuba.com/generationy/?=1179.
41. Por ejemplo, en agosto de 2009 el gobierno impuso una multa al Australia & New Zealand Bank Group, por ayudar a Cuba y a Sudán a financiar compras internacionales. Más adelante, obligó al Credit Suisse a pagar 536 millones de dólares por tramitar pagos a Irán, Cuba y otros países bajo sanciones de los Estados Unidos (Granma, La Habana, 27 de agosto de 2009; véase además www.miamiherald.com/banking/story/1385652.html). En octubre de 2009, el Departamento del Tesoro denegó la licencia solicitada por la Orquesta Filarmónica para que sus donantes asistieran a los conciertos que esperaba realizar en La Habana; sin cuya presencia, la orquesta tuvo que cancelar las funciones. Granma, La Habana, 2 de octubre de 2009.
42. El gobierno de Bush había interrumpido casi todas esas visitas, pero en 2009 los trámites para la obtención de visas habían vuelto a la situación prevaleciente a principios del decenio. Además, la Oficina del Tesoro para el control de recursos en el extranjero había otorgado numerosas licencias específicas para viajes a Cuba organizados por entidades deportivas, culturales o académicas, lo que también se correspondía con las directrices de a principios de la década.
43. Véase Granma, La Habana, 9 de abril de 2009. Cuba responsabiliza a Posada del estallido de un avión civil cubano y de perpetrar otros actos de terrorismo.
44. Oficina Nacional de Estadísticas, Anuario estadístico de Cuba, 2008, Tabla 15.3, ONE, La Habana, 2009. Véase, además, TradeStats Express, disponible en http://tse.export.gov.
45. Véase USDA Foreign Agricultural Service, disponible en www.fas.usda.gov/itp/cuba/cuba-faq.html y TradeStats Express, ed. cit.
46. Departamento de Seguridad Interna de los Estados Unidos, Guardacostas de los Estados Unidos, «Alien Migrant Interdiction», disponible en www.uscg.mil/hq/cg5/cg531/AMIO/FlowStats/FY.asp.
47. Departamento de Estado de los Estados Unidos, Oficina de asuntos internacionales para los estupefacientes y aplicación de la ley, 2009 International Narcotics Control Strategy Report, v. 1: «Drug and Chemical Control. Cuba», 27 de febrero de 2009, disponible en www.state.gov/pinl/rls/nrcrpt/2009/vol1/116521.htm
48. Granma, La Habana, 12 de febrero de 2009.
49. Departamento de Estado de los Estados Unidos, 2009 International Narcotics..., ob. cit.
50. Conferencia de prensa diaria del secretario adjunto del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Philip Crowley, 5 de enero de 2010, disponible en www.state.gov/r/pa/prs/dpb/2010/01/134720.htm.
51. Véase Vicki Huddleston y Carlos Pascual, Learning to Salsa: New Steps in U.S.-Cuban Relations, cap. 2, Brookings Institution Press, Washington, DC, 2010.
52. Véase Bruno Rodríguez, «Discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas», Granma, La Habana, 29 de octubre de 2009.

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