lunes, noviembre 02, 2009

GOLPISTAS HONDUREÑOS JUEGAN A LA GUAYAQUETA

Desde Venezuela



GOLPISTAS HONDUREÑOS JUEGAN A LA GUAYAQUETA



ELIGIO DAMAS



Para los orientales venezolanos “jugar la guayaqueta”, es sinónimo de “mamar el gallo” o burlarse de alguien. Por supuesto, implica desconocer la seriedad del asunto, circunstancias o personas envueltas en él, e intentar resolverlo de la manera más acomodaticia, como que prevalezca la inercia y la inconstancia.
Los golpistas de Honduras, que atrincherados están en el Ejecutivo, Micheletti es su cabeza visible, alto mando militar, pendiente de las señas que emiten del dogout de Palmerola, empresarios, latifundistas, cónclave eclesiástico, legisladores y miembros del alto Tribunal de Justicia, para no hacer más larga la lista, ni más ni menos, han estado jugando a la guayaqueta con Zelaya y todo el mundo.
Por supuesto, la táctica, destinada a dejar en Honduras las cosas como están, eso incluye el retorno de Zelaya y la realización de unas elecciones espúreas, viene diseñada desde Washintong. Su implementación pareciera ser algo complicada, pero es muy sencilla.
Desde donde están los mandamases, emiten la seña. En primera instancia la reciben Oscar Arias, Insulza y otros más. La retocan por puro formalismo, envuelven y lanzan a los que expresan personalmente la disputa o contradicción, Micheletti con su gente, en una de las esquinas y Zelaya con los suyos, en la otra.
Uno sospecha, por decir lo menos y no pasar de idiota, que antes a la claque golpista, se le advierte sobre los detalles para que afinen sobre la pieza que habrán de mover, una vez se llegue a algún acuerdo. En secreto, la diplomacia gringa, les advertirá y hasta entrenará para lo que habrán de hacer. Aquella sólo se ocupará de encontrar las palabras, dentro del burdo lenguaje Micheletti, para verter su respuesta.
Zelaya, como solitario en este maligno juego, debe esperar que los emisarios – nada de intermediarios – le hagan la propuesta y responder de inmediato, bajo el peligro, en primera instancia, que fuerzas enormes, de gran poder publicitario, le acusen de promover lo peor, de no responder en el tiempo que le asignan.
Todas las propuestas están dentro de aquella trampa jaula que diseñaron los gringos y pusieron en boca de Oscar Arias. Pero hay algo más ignominioso en esto de intentar someter a Zelaya; es que cada vez que se reanuda eso que ellos han dado en llamar el diálogo, la trampa se amplía y la jaula se reduce. La tendencia es reducir el espacio de maniobra, derechos, funciones al presidente y acercarle más a la fecha de elecciones.
Desde que Arias, en Costa Rica, optó por hacer de vocero de los gringos y presentó como suyo el plan que le soplaron, destinado a resolver el asunto hondureño regresando a Zelaya al gobierno pero sin poder alguno, hasta hoy, Micheletti, bueno en eso, no hay dudas de recoger la seña, no ha hecho otra cosa que jugar la guayaqueta.
Y con su juego que incluye el estira y encoge, ha llegado a los umbrales de las elecciones y reducido al máximo los poderes que Zelaya tendría de retornar al solio presidencial.
Ahora mismo, después que Micheletti y otros grupos golpistas aceptaron, por la gracia de las señas de Shannon, alto jefe del Departamento de Estado, que el Congreso decida la restitución de un Zelaya como en una lata de sardinas, el presidente de este cuerpo legislativo, respondió de manera lastimosa y dando muestras que está en el “juego de la guayaqueta”.
Dijo que el Congreso, de un país sumido en una crisis de grandes proporciones, sólo podría reunirse el martes 3 de noviembre porque “el día de los difuntos”, cuando debe atender asuntos relacionados con el mismo, se lo impiden. Estableció que se reunirían el martes 3 de noviembre. No es un simplismo, inmadurez o mediocridad. Sólo se trata de una banal excusa, para correr los plazos y hasta pensar en una nueva maniobra.
En efecto, un vocero del congreso, ya informó que ese organismo no puede revertir lo sucedido. Al día siguiente, Micheletti, reforzó aquellas posiciones declarando que el “Pacto de Tegucigalpa”, admite someter el asunto al Congreso pero sin que eso implique una determinada salida. Es decir, no tiene por qué restituir a Zelaya y además, no se fijó una fecha o plazo para que aquel decidiese.
Al parecer el juego continúa, la trampa crece, mientras “poderes” y espacio para la acción al presidente Zelaya, dentro de la paz y concordia, se le reducen.

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