domingo, febrero 24, 2008

SE HACE CAMINO AL ANDAR

Desde Venezuela

SE HACE CAMINO AL ANDAR


Eligio Damas


Esta bella frase del poeta español Don Antonio Machado, se hizo herramienta del movimiento revolucionario universal. Y expresiones como “condiciones objetivas y subjetivas”, que fueron como íconos para quienes juraban que la revolución era una cosa de”echarle bolas”, se acompañaban con las del maestro y bardo.
Casi siempre aquellos se equivocaron. Porque es también indispensable trazar el rumbo cierto y orientarse por la “Rosa de los Vientos”. En verdad se hace camino al andar con la audacia envuelta en aquella frase trascendente de Simón Rodríguez, “inventamos o erramos”, pero también atendiendo a la sensatez del loco.
El revolucionario, instalado en Caracas o Cariaco, no debe esperar que “San Juan Baje el Deo”. Que las respuestas vengan enlatadas de ninguna parte del mundo. Debe responder aquí y ahora. Cada espacio tiene su propia particularidad y cada momento sus rasgos específicos y por eso la revolución, la acción por cambiar las cosas que entraban a la sociedad, requiere respuestas que cerca están.
Esperarlas desde allá, de alguna parte lejana e inaccesible, o de un ser omnipotente, que hace del proceso un asunto kafkiano, inabordable, inentendible, no lo define a uno como apto para ser promotor del cambio en parte alguna.
Razones le sobran a Chávez, cuando demanda del los revolucionarios que, en la AN, las alcaldías, gobernaciones y en la calle, respondan con la audacia y creatividad de sus inicios. Que comprenda que lo que aquí pasó, no puede entenderse como un “quítate tú para ponerme yo”. Por eso, es insuficiente, superficial, pensar que el problema se resuelve sólo con unas elecciones, por cualquiera de las fórmulas posibles.
De lo que se trata, es que al mando del instrumento que debe impulsar la ansiedad de cambios incubada en la sociedad venezolana, llegue por la vía más democrática y racional, un equipo que entienda que el esfuerzo de todos hace falta y que prevalezca el interés colectivo. ¡Qué una y no divida!
No es de revolucionarios desvelarse por los beneficios que el poder puede deparar. Es sensato que, en medio de las dificultades, privaciones, algunos que pusieron su hombro para que Chávez llegase a Miraflores, marginados por el anterior estado de cosas, aspiren que se les meta la mano. Cuando el hambre aprieta es natural que la gente desespere. “Más corná da el hambre”, dijo un viejo torero, cuando alguien le preguntó si no temía a las cornadas.
Pero quienes están en el rol de dirigentes o esperan asumirlo, no pueden pensar y menos ser como el hombre sin rostro. A esta altura de los acontecimientos en Venezuela, debe estar suficientemente claro que el papel de dirigente revolucionario implica desprendimiento y sacrificio. En la IV república, los partidos y dirigentes de la derecha, concibieron al estado como una vaca de ubre generosa y chuparon insaciables y la cola era enorme. Pero ahora, el asunto, la cultura demanda otra actitud. Se ha puesto en boga, ahora más que nunca, aquella frase de Fidel Castro, según la cual, “a mayor responsabilidad más sacrificio”.
Cuando se está constituyendo el PSUV, pensando en su dirigencia y en los nuevos candidatos para ocupar los cargos del Estado, no es válido el procedimiento de escoger dirigentes o personas, como cuando se selecciona una reina de belleza o al buen mozo o simpático del grupo, con la deliberada intención de mantener el control fraccional y constituir cortes que, lejos de unir, separan y restan. Esto no es otra cosa que populismo y reminiscencias de la IV República.

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