domingo, septiembre 16, 2007

NO OLVIDAR DE VIEJOS LOS IDEALES DE JOVENES

No olvidar de viejos, los ideales de jóvenes.

Examen de Conciencia a 40 años de la caída del Che y sus compañeros internacionalistas.

Leonel González Díaz (Para Kaos en la Red)
[07.09.2007 22:49]

Cuentan que La Columna, a semejanza de una tropa de cruzados rumbo a Jerusalén, con sobrepeso de edad renacentista, serpenteaba, desaparecía, se quebraba, a veces se hundía o emergía, tratando de conquistar aquella montaña, en un casi anochecer de fines de una década inolvidable, en un siglo ya lejano. El jadeo y algún que otro golpe -coño-, murmullo, indicaba que alguien había resbalado, trastabillado, rodado, caído colina abajo. Al fin, con las miradas turbias, sin alientos para hablar, y sin santo o héroe ya que los sostuvieran, divisaron, casi sin luz, el sitio.

El negro Jesús, combatiente de batallas con el Che, con voz que pareció la de Moisés en el desierto solo dijo: llegamos. al Taburete. Cuentan que el tiempo se detuvo; Isael (Perucho para algunos), Ocaña, Lugo, Filo, Deyvis, Herminio, Alex, y otros, innombrables todavía, expresaron, solo con la mirada, el pensamiento de toda una generación: No todo está perdido, aquí estamos, "venimos a ofrecer el corazón". Meses antes en una casa alejada y rara, con nombre de duende, vieron las siglas y el lema. ELN Volveremos a las montañas. Todos quisieron creer que era verdad y que era posible. Algunos lo han creído siempre. Cuentan que en aquel momento todavía se encontraban, en cualquier bolsillo, un mocho de lápiz, un sacapuntas, trozos de mapas escolares con raras rutas hacia el sur, invitaciones a una graduación a la que no se asistió o la carta a una novia entristecida dejada plantada en algún lugar de la geografía estudiantil. Bajo un cielo estrellado y junto a algo que parecía una fogata se escucharon cuentos de la Sierra, de África, de la partida y otros muchos. Calientan mi memoria las llamas reflejadas en las caras de aquellos hasta hacía muy poco desconocidos y para siempre hermanos. A pesar de la férrea compartimentación esa noche observaron huellas de sandalias -dicen- de los primeros doce, se logró ver el campamento de los camisas rojas, dirigido por un ítaliano que usaba el extraño nombre de guerra "Garibaldi", un tal Tábano los acompañó y todos juntos escucharon, en la distancia, el ronroneo de un motor, en que, se comentaba, volaba de nuevo Exupèry y un combatiente muy joven de seudo El principito. Más tarde un instructor soviético de nombre Ostrosky les explicó el proceso de forjar el acero para hacer armas, de lo cual se exigió discreción, pues confirmaría las acusaciones de intervención de Moscú en América Latina. Cerca de la medianoche la voz de firmes retumbó en el lugar, de la nada apareció el Jefe. Los escrutó cuidadosamente a todos y dirigiéndose a Jesús le espetó: ¿Esto es lo mejor que pudieron conseguir Sancho? -.silencio sepulcral- bien. Su voz delataba a un viejo republicano español, Ninguno, ninguno -repitió-, partirá hasta que sepan asaltar posiciones enemigas camufladas como Molinos de vientos. En ese mismo momento en que aquellos esperaban alegres enfrentar una bala, otros, conocidos o no , cerca de 23 y 12 rasgaban guitarras tratando de sacar notas que alentaran la esperanza; más allá, en K 507, algunos se hacían preguntas impulsoras; en algún edificio de la Plaza de la Revolución alguien, demasiado joven, esperaba convencer a un dirigente de su derecho a participar en los cañaverales camagüeyanos; en una fábrica de la capital, tres torneros discutían cómo echarla a andar y, además, crear artilugios de liberación, dos más observaban cuidadosamente a través de un espejo, apresurados por acabar allí para empezar allá; algunos se adiestraban en un colegio de siglas ITM. otros, preparaban barcos y misiones, por la libre. Idealistas, Impacientes, Irreverentes e Incorruptibles. Eran lo que algunos han llamado, la Generación de la Carta del Che, otros la Generación del 68 y otros, Guevarista. Tuvieron el privilegio de verlo caminar por las calles, le habían escuchado, alguno que otro, había sentido su mano en el pelo. la ilusión de todos: Participar en la Revolución Internacional. Cuentan que no se recuerda qué hicieron los demás, a la escuadra de retaguardia le tocó la segunda guardia y mientras se iban despertando -todavía coléricos- y en susurros, un cienfuegûero dijo algo parecido a."esta no puede ser una noche más, de un lugar como este no se sale como se entró",. todos comprendieron, era algo que habían hablado cuando descubrieron el escondrijo de las armas y los brazaletes. Fue casi como el juramento de antiguos caballeros, solo que en los raros tiempos en que las Eras paren corazones. casto en los pensamientos, honesto en la palabra, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos y, finalmente mantenedor de la verdad aunque le cueste la vida el defenderla. No desertar, No vacilar, No desalentarnos, No corrompernos y jamás traicionar de viejo los ideales de jóvenes. Rocinante, impaciente, aguardaba. Los de aquella noche, los que están y no están, han hecho honor a ese compromiso. Y todos han pagado el precio, pero no envainado la espada. Hoy en otro tiempo y siglo cuando muchos no creen en magia, continúan sintiendo el resplandor de aquella hoguera y el hechizo de aquella noche.en especial.No traicionar. mantener la verdad aunque cueste la vida el defenderla. Hay pues deberes que no admiten atajos, ni demoras eternas, aunque sean especialmente dolorosos y peligrosos. Los Revolucionarios tenemos que hacernos ciertas preguntas inquietantes, angustiosas e impertinentes. Hoy sabemos cosas que nuestros padres no podían saber en su momento. Se nos acaba el tiempo. Que un Mundo y una Cuba mejor sean posibles, pasa por ello... ¿Continuamos siendo fieles a nuestros ideales de liberar a nuestros pueblos de la explotación, la opresión y la enajenación, de crear una nueva civilización, un mundo de menos lágrimas o solo nos conformamos con repartir un poco más de alimentos materiales y espirituales? ¿Estaremos infectados de esa nueva versión de la mentalidad conformista que asegura que todo fue en vano, que el egoísmo derrotará a la solidaridad entre los hombres, o habremos caído en el neo-plattismo, que afirma: sólo podemos tener el socialismo que tenemos, porque el imperialismo está muy cerca? ¿Será que la más efectiva arma que le queda al imperialismo es congelar el pensamiento revolucionario o momificar la revolución cubana para derrotarla? ¿Aprenderemos a armonizar mucho mejor que hasta ahora igualdad, libertad y solidaridad y por supuesto mucho mejor que los que perecieron por su menosprecio o seguimos, como hasta ahora, enfrentándolas? ¿Continuaremos fragmentando, velando, limitando, el alcance de las enseñanzas portentosas de Bolívar, Martí y Marx, de todos los fundadores, de su humanismo e ideal libertario totales? ¿Hemos sacado todas las conclusiones de nuestros anteriores fracasos y la de nuestros hermanos en otras parte o sólo las coyunturales y útiles para valores de poder? ¿Seremos capaces de perfeccionar los instrumentos de conocimiento de la realidad y de los reales intereses de nuestros pueblos, de ver y escuchar con objetividad o conformándonos con lecturas e informaciones superficiales, parciales e interesadas? ¿Seguiremos devorándonos entre los revolucionarios, denostando a aquel que no piense exactamente como nosotros, creyéndonos que somos los únicos poseedores de toda la verdad, toda la virtud, todas las experiencias, todo el valor? ¿Vamos a continuar postergando la satisfacción de necesidades elementales a un pueblo que ha resistido con dignidad ciclópea y mostrado una fidelidad estoica al socialismo o asumiremos el reto, tal como es y sin más dilación? ¿Cuándo vamos a acabar de eliminar las, una vez quizás necesarias, prohibiciones, regulaciones, trámites, papeleo burocráticos que hacen cualquier> gestión una pesadilla y que ya no tienen sustentaciones en motivos de seguridad nacional, control organizativos, o cualquier otra cosa, inadecuadas ya, dado el cambio de época.? ¿Luchar por dar a nuestros pueblos más bienestar, más derechos, más libertad personal, más democracia, por respetar más las diferencias, la individualidad, es ceder ante el capitalismo o hacer realidad los valores por lo que tantos revolucionarios han muerto y luchado en toda época y todo el mundo? ¿Vamos a acabar de ampliar el poder del pueblo trabajador en el control real de la economía, en la toma de decisiones en los poderes populares y su vida social, multiplicar el sector social de la economía, ampliar la ética y la transparencia en la política, modernizar nuestro estado, desarrollar un hombre nuevo libre, autónomo, creativo, combativo, responsable y solidario o permitimos que se asienten la enajenación, la mediocridad, la pasividad, la doble moral, y el formalismo? ¿Combatiremos la corrupción sólo con medidas punitivas, éticas o disciplinarias, necesarias e imprescindibles, pero insuficientes, o con la complejidad que todo fenómeno de este tipo exige? ¿Asumimos las consecuencias de la aplicación de la ley socialista de distribución en su totalidad o la continuamos aceptando para algunos talentos o zonas de la sociedad exclusivamente? ¿Es el igualitarismo pequeño burgués, socialista? ¿La unidad tan necesaria a nuestro pueblo se podrá mantener haciendo realidad los sueños de algunos o los de todos? ¿Hemos meditado en toda profundidad el significado del 70% de una población joven? ¿En función de todos los jóvenes, no sólo de una presumible la vanguardia? ¿Cuando vamos a discutir, con la participación de todos, serena pero seriamente, nuestra concepción de socialismo? ¿Qué socialismo? Tenemos que crear en el siglo XXI, se repite constantemente, bueno, ¿cuándo empezamos o solo será una cortina para seguir haciendo lo mismo? ¿Continuaremos dirigiendo el país con métodos una vez necesarios y victoriosos, pero superados ya, gracias a nuestros propios éxitos y por el nivel cultural y político de nuestro pueblo y partido, o acabaremos de asumir las demandas de la nueva época? ¿Vamos a celebrar ya, o no, el VI Congreso del PCC? Sí, sí y mil veces sí: hay que ser de nuevo audaces, hay que ser de nuevo idealistas, hay que correr de nuevos riesgos, peligros, y ¿Qué? ¿Acaso no es lo que hemos hecho desde 1868? ¿No es lo que hicimos cuando nos negamos a rendirnos en el Zanjón, en el Morrillo, en diciembre del 1956, en octubre del 1962 y en 1989? ¿Qué de realismo tuvo el desembarco de Martí y Gómez en una chalupa? ¿Qué de realismo hubo en 37 machetes contra cientos de bayonetas al rescate de Sanguily? ¿Qué de realismo el naufragio del Granma? ¿Qué de realismo afirmar: ahora si ganamos la guerra, con 5 hombres y 7 fusiles? ¿No está el enemigo desmoralizado, atascado, prácticamente derrotado por la resistencia heroica de los pueblos árabes? ¿No avanza la revolución en América Latina? ¿No es este un momento favorable para intentarlo, no contamos-todavía- con los aportes de la generación histórica? ¿No hemos convertido siempre los revolucionarios cubanos lo imposible en posible? ¿Por qué no hacer en su totalidad el socialismo que necesita nuestro pueblo, no importa cuan cerca esté el enemigo, no importan los riesgos? Si hay que caer ¿no es mejor luchando por hacer realidad todos los ideales que caer por no intentarlo? Fidel nos exigió el pasado 17 de Noviembre del 2005 pensar, luchar por evitar destruir nosotros mismos la revolución. Estamos a casi dos años de su llamamiento. Soplan vientos favorables al avance urbi et orbe. Toda demora es ahora inoportuna. Para los que crecimos en épocas consideradas entre los años duros, el fin de siglo elevó el heroísmo y la resistencia a niveles de epopeya, pocos pueblos han dado muestras tan altas de lealtad, creatividad y estoicismo y pocas dirigencias han sido tan firmes como flexibles. Debemos de estar a la altura de ambos, pero sin dudas, mucho más del pueblo que tenemos. La destrucción de la revolución por el Imperialismo o peor, por nuestras insuficiencia harían desaparecer la nación, la patria, y la poca fe que queda por el Socialismo en el Mundo, nos estamos jugando el todo por el todo, no debemos dar al enemigo posibilidad alguna. Y no hay mayor posibilidad hoy que darle tiempo al enemigo. No debemos ser ingenuos, pero tampoco dogmáticos, ni el triunfalismo debe cegarnos ni debemos desaprovechar las experiencias ya obtenidas por otros revolucionarios con sangre. ¿Seremos hijos leales de un pueblo de leones dirigidos por dragones indomables, como hasta ahora, o nos cansaremos, nos congelaremos, seremos víctimas de nuestra autosatisfacción y nuestra incapacidad? ¿Olvidaremos ahora de viejos los ideales de jóvenes? Nada es más contrarrevolucionario hoy que el conformismo, que el miedo, que la desconfianza en los trabajadores. Nadie detendrá la perfección del socialismo en Cuba. Si así fuera, entonces tendríamos que regresar a esa rara época en que la Era pare corazones y pastan de nuevo los Rocinantes. Sépanlo todos: Volveríamos a las montañas.

Hasta la Victoria Siempre.
7 de septiembre de 2007

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