martes, mayo 15, 2007

LAS PUERTAS CERRADAS

Desde Cuba

Para los isleños, las inevitables fronteras marinas son además de una maldita circunstancia, una tentación con frecuencia insoportable. El deseo de atravesar la mar se nutre de fantasías desde la niñez. Desconozco cómo experimentan los continentales el anhelo de viajar. Para nosotros se convierte en una demanda existencial imperativa. Lo desconocido se idealiza y la imaginación funciona muy determinada por la voluntad del sujeto. Si precisamos entonces los contextos socioeconómicos, estaremos cerca del grave problema del éxodo. No comparto el planteamiento oficial, que atribuye el fenómeno exclusivamente al estímulo que constituye la vigente Ley de ajuste cubano. Creo que es saludable buscar también dentro de nosotros mismos los desestímulos reales que activan ese afán de emigrar a toda costa. Esta pesquisa autocrítica depende de nosotros mismos y no de la buena o mala voluntad foránea.

Aunque el enfoque y el tratamiento que se le da hoy al problema difiere muchísimo del inicial, cuando se consideraba un acto político irreversible, aún estamos lejos de haber encontrado el camino para enfrentar estas situaciones. Los procedimientos represivos tienen el inconveniente de funcionar sólo a posteriori de realizados los actos. Los trágicos sucesos de principios del presente mes, que cobraron de inmediato dos vidas, y pueden agregar hasta tres jóvenes a la larga lista de fallecidos, demuestran la inoperancia de las penas capitales como recurso capaz de prevenir estas conductas criminales.

Creo que es preciso despojarnos del superficial enfoque propagandístico, que atiende sólo a lo positivo y barre debajo de los muebles la basura que no deja de estar presente. Con la política de la avestruz nos engañamos y sólo fingimos que no pasa nada, mientras los problemas medran y prosperan al amparo del silencio. El desplome del llamado Campo socialista es prueba fehaciente de a donde conduce ese optimismo festinado. Culpar al enemigo y a su política de ajuste cubano parece llevarnos a excusar nuestro propio desajuste. Hay que revisar con urgencia la educación que están recibiendo esos muchachos, que parece incapacitarlos para forjarse proyectos de vida coherentes con los parámetros de la nueva sociedad. Definitivamente es imposible aislarnos detrás de una cortina de castidad, que garantice una formación químicamente pura, exenta de la influencia foránea, seductora no sólo por el brillo de las gangarrias.

Es obvio que la raíz hay que buscarla en el empobrecimiento del marco que el país puede proponerle a los jóvenes. Medidas como la ampliación de posibilidades de estudio funcionan favorablemente, pero tampoco pueden considerarse soluciones, pues los años de aprendizaje son limitados. Una parte de la juventud ha emprendido el camino de las relaciones personales con extranjeros como una vía para mejorar sus condiciones materiales de vida y, eventualmente, salir del país. Aunque no está bien visto socialmente, tampoco está prohibido. ¿Por qué no consiguen soñar en cubano?

Hay que proclamarlo con la misma inocencia con que el niño del cuento gritó que el Rey estaba desnudo: el llamado socialismo monopolista de estado es aburrido, excepto quizás para los héroes del trabajo y para los líderes de la exclusiva e invariable vanguardia. En la batalla por la imaginación del individuo los cuadros estatales han quedado muy a la zaga de los creadores de imágenes públicas del Capitalismo. El abuso del control vertical centralizado, que angosta el margen de creatividad y suprime la voluntad personal de los ejecutores, tiene mucho que ver en esto. La reducción del horizonte vital del individuo al papel de mero ejecutor obediente, sin otra opción que acatar y apoyar a la pirámide de mando único, es una realidad carente de expectativas de alegría, rígida y sin sorpresas..

Es cierto que hasta el presente ese estado de cosas ha sido instaurado y defendido a toda costa, siguiendo la tradición del llamado socialismo real, heredero del stalinismo. Pero eso se liquidó hace más de diez años, y ahora estamos hablando de socialismo del Siglo XXI en América Latina y, en el Asia, de socialismo de mercado. En su testimonio político, El Hombre y el Socialismo en Cuba, Ernesto el Che Guevara reconoció la posibilidad de que el Estado se equivocase. No creo que haya muchos dispuestos a mantener dentro del nuevo socialismo las prácticas que el Stalinismo convirtió en imprescindibles y que, al cabo de los años, dieron al traste con el régimen del mal llamado socialismo real. Tampoco creo que se sostenga la idea de que, sin una transformación democrática radical, pueda sobrevivir aquel estado de cosas en ningún país.
Efectivamente, hay que cambiar todo lo que deba ser cambiado, empezando por suprimir la censura al pensar crítico y abrir sin temor alguno un debate informativo profundo y veraz acerca de los problemas reales que se ciernen sobre la realidad cubana. Así, será posible renovar al Socialismo y hacer de él una alternativa para todos y no, como ha sido hasta ahora, un deprimente imperio burocrático.

Rogelio Fabio Hurtado.

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