martes, marzo 20, 2007

SE ACUERDA DE LA FINCA DE LOS MONOS

DOS SITIOS DEL AYER
FABIO/CUBA

El nombre se ha ido perdiendo, o mejor, la memoria del nombre. Muy pocos saben ya el origen de "La finca de los monos", ese lugar enclavado en el reparto Palatino del municipio habanero del Cerro, que hoy es apenas una referencia sin importancia en el tránsito por la Calzada de Santa Catalina. Sin embargo, el sitio tuvo gran celebridad en las primeras décadas del siglo XX. Tanta que, según un autorizado científico norteamericano de la época, allí ocurría "el experimento antropológico más grande
jamás realizado".
Antes de ser nombrada (ya veremos por qué) "Finca de los monos", se llamaba "Las Delicias". Tenía siete caballerías de tierra y fue adquirida el 26 de marzo de 1873 por don Pedro Nolasco González Abreu, padre de la insigne patriota Marta González Abreu de Estévez y de Rosalía Paula Caridad de la Luz González Abreu y Arencibia. Esta última dama de nombre tan largo fue asimismo dueña de una larga riqueza. Sus recursos, su filantropía y su amor a los animales dieron como resultado la asombrosa fauna que atesoró en los terrenos que fueran de su padre.
El zoológico de doña Rosalía comenzó con colecciones de guacamayos, papagayos, canarios, pavos, águilas, gallos, ciervos, osos, conejos, caballos, perros, gatos y un elefante; para después reunir una colección de simios que superaba las cuarenta especies y sumaba dos centenares de ejemplares, entre gorilas, chimpancés, orangutanes y otros, adquiridos en diversos países.
La fauna simiesca fue objeto de estudios por eminentes especialistas como el doctor Robert M. Yerkes, de la Universidad de Yale, quien presidió en 1924 una comisión de la Carnegie Institution, la cual declaró que era el experimento antropológico más grande jamás realizado después de las observaciones de Ricardo Francisco Burton (1821-1890) para descubrir el lenguaje de los monos.
Durante más de treinta años los simios reinaron en la finca de Palatino, hasta la muerte de la señora González Abreu. Después fueron a parar a la Carnegie Institution.
Famosa sobre todo por su colección zoológica, doña Rosalía fue una mujer generosa y compartió su fortuna en obras de caridad que sostenían orfanatos en La Habana y Santa Clara, además de otras donaciones a instituciones educativas y, claro está, a la causa independentista durante los últimos años de la etapa colonial.
Igualmente ignorado por las actuales generaciones es el hotel Trotcha, que también tuvo celebridad entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX.
Hacia 1890 el Vedado capitalino era una zona casi campestre, pero un catalán de vista larga y con suficiente capital y espíritu de empresario construyó, en Calzada y 2, un hotel de madera que se anunciaba "con todos los adelantos" y cobró popularidad como el sitio ideal para que los recién casados pasaran su luna de miel. Al ala de la instalación que se destinaba a esos fines le nombraron "El Edén". No debe haber sido ajeno el empresario al rumor popular.
Buenaventura Trotcha, que era el nombre del catalán, como vio que el negocio prosperó, amplió la edificación para acoger a los turistas norteamericanos que arribaban a la isla y para ellos construyó "El Salón".
El avispado español era un adelantado empresario que aplicaba el mercadeo a su manera. Todas las tardes tomaba un globo gigantesco con el rótulo "Hotel Trotcha-Vedado" y lo echaba a volar sobre la ciudad. Es fama que los globos le llegaban por cientos desde Barcelona. Otra curiosidad del catalán era que exhibía, dentro de una jaula, en un costado del hotel, a un enorme cocodrilo. Para verlo acudían los niños de la barriada custodiados por las manejadoras, aquellas muchachas de las cuales se enamoraban siempre los motoristas de trenes.
La fauna de la "Finca de los monos", el hotel Trotcha y los globos que lo publicitaban, doña Rosalía y don Buenaventura, las manejadoras, sus enamorados motoristas, todos duermen el sueño de las cosas del ayer.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

mi tio y mi padre fueron los encargados del lugar por algunos anos, bella casona-castillo par recrear la imaginacion de cualquiera

Ánye dijo...

"La casa de los monos". Toda la vida escuchando hablar de "la casa de los monos"! Tía Tere nos contaba que su bisabuela Marta, nuestra tetarabuela, tenía una hermana llmada Rosalía, que tenía una bellísima casa y que los jardines estaban habitados por simios y aves salvajes. Tambien nos contaba que las dos hermanas se casarón con dos hermanos, de apellido Belmonte y según me acabo de enterar, procedentes de Canarias...
Gracias por esa información tan precisa de Dña Rosaía, me satisface saber de su amor por los animales, su filantropía y de su lucha por la independencia de su país
Ángeles

IDania dijo...

Yo estuve ahí durante un corto tiempo porque era ahñi a donde llevaban a los estudiantes de deporte. Era la EIDE (Escuela de Iniciación de Deporte Escolar). Hablo del año 1966!!! No sé que ocurrió posterior a ese año. Yo salí de Cba en 1969!

Anónimo dijo...

La finca sigue allí, encantada y fabulosa como si su dueña aún estuviese presente. Vivo muy cerca del lugar, en mi próximo comentario público una foto.